La cremación se ha convertido en una alternativa popular al entierro tradicional en los últimos años debido a su practicidad, asequibilidad y beneficios medioambientales. Sin embargo, muchas personas siguen preguntándose qué ocurre con el cuerpo cuando se incinera. En este artículo exploramos los intrincados detalles del proceso de cremación, incluidos los dispositivos que deben retirarse, la secuencia de partes del cuerpo que se queman y las normas y restricciones que rigen el proceso.
Artilugios que hay que retirar antes de la cremación
Antes de la pira funeraria, hay que extraer algunos objetos. Hay que retirar marcapasos, tornillos, alfileres y otros componentes metálicos. Estos materiales pueden dañar el horno o suponer un peligro para el personal. Además, hay que sacar los empastes y los trabajos dentales, ya que pueden exudar vapores venenosos cuando se enfrentan a altas temperaturas. Es vital informar al crematorio de cualquier equipo o implante que haya en el cuerpo para evitar incidentes o problemas durante el proceso de incineración.
Además del equipo médico, debe eliminarse del cadáver cualquier material incombustible. Esto incluye objetos como joyas, lentes y ropa con cremalleras o botones metálicos. Estas sustancias no sólo pueden causar destrozos en la cámara de cremación, sino que también pueden interferir en el proceso de combustión y provocar una cremación parcial.
Proceso de cremación
El proceso de combustión implica el uso de una cámara de cremación, también denominada retorta, en la que se coloca un ataúd combustible que contiene los restos de una persona. La cámara se calienta a temperaturas que oscilan entre 1.400 y 1.800 grados Fahrenheit, lo que provoca la combustión de la materia orgánica del cuerpo. Inicialmente, la piel y el pelo son los primeros en arder, seguidos de los músculos y los huesos. Durante este proceso, el cuerpo se reduce a gases, vapor y cenizas, lo que lleva unas horas dependiendo del tamaño del individuo y del tipo de equipo de cremación utilizado.
Una vez finalizada la combustión, los restos se ponen en una bolsa y se introducen en una urna. Las cenizas suelen tener una tonalidad blanca o gris y suelen pesar entre dos y tres kilos, dependiendo del tamaño del individuo. Se establecen normas y restricciones para garantizar que el proceso de incineración se lleva a cabo con respeto, incluida la retirada de marcapasos, tornillos y empastes antes de la incineración, así como la prohibición de incinerar más de un cuerpo a la vez, un cadáver sin ataúd, uno que lleve menos de 24 horas muerto o un cadáver fallecido judicialmente sin permiso de un juez.
Requisitos del ataúd
Un paso crucial en el proceso de cremación consiste en colocar al difunto en un ataúd combustible antes de introducirlo en el horno crematorio. Este féretro actúa como barrera protectora, salvaguardando el cuerpo durante el procedimiento de cremación. Además, ayuda a garantizar que la cremación se lleva a cabo de forma respetuosa y segura, ya que el contenedor debe arder completamente y no desprender residuos de emisiones tóxicas.
Los que optan por la cremación disponen de varias opciones de féretros, desde los tradicionales de madera hasta alternativas ecológicas de bambú o mimbre. Además, se pueden encargar ataúdes a medida que reflejen la personalidad y los intereses del difunto. Es imprescindible confirmar que cumple todos los requisitos necesarios para la cremación, como ser ligero y caber dentro del horno crematorio.
Algunas personas optan por renunciar al féretro y utilizar en su lugar un contenedor de cremación. Estos contenedores suelen estar hechos de cartón u otro material combustible y cumplen la misma función que un ataúd. Aun así, se recomienda comprobar si el contenedor cumple todas las normas.
En conclusión, la elección de un féretro o contenedor para la cremación es una decisión personal que debe tener en cuenta los deseos del fallecido y de su familia. Sin embargo, es esencial respetar las normas y reglamentos a fin de garantizar un procedimiento respetuoso y seguro.
Tipos de combustible utilizados
La selección del combustible para una ánfora es un factor importante a tener en cuenta cuando se organiza una ceremonia de cremación. El gasóleo, el gas natural y el propano son los tres combustibles más utilizados, cada uno con sus propias ventajas e inconvenientes.
Desde el punto de vista medioambiental, el gasóleo es la opción menos respetuosa debido a los altos niveles de emisiones que produce. Sin embargo, las ánforas modernas están equipadas con sistemas de filtración que capturan y neutralizan estos contaminantes antes de que se liberen. El gas natural y el propano se queman de forma más limpia y eficiente, pero no son tan comunes como el gasóleo.
En cuanto al costo, el gasóleo es el más caro de los tres combustibles. El gas natural y el propano son alternativas más económicas, pero su uso también puede afectar al desgaste de la cámara. Por ejemplo, el gasóleo produce más hollín y cenizas, lo que requiere una limpieza y un mantenimiento frecuente, mientras que el gas natural y el propano se queman de forma más limpia y requieren menos mantenimiento.
Secuencia de las partes del cuerpo que se queman
El proceso de incineración sigue un orden determinado en el que los distintos componentes del cadáver arden en momentos diferentes. El tejido adiposo y el pelo son los principales componentes que se queman debido a su rico contenido en grasa, seguidos de los músculos y las vísceras. Los huesos, ricos en calcio, tardan más en arder y necesitan una temperatura mayor para desintegrarse. Comprender esta secuencia de combustión de las partes es importante, ya que influye en la duración del procedimiento de incineración y en el aspecto final de los restos.
A medida que el cadáver empieza a incinerarse, el calor induce a la piel a arrugarse y desprenderse de los músculos. A continuación, los músculos se contraen y el cadáver empieza a deformarse y doblarse. Los huesos, que contienen calcio, tardan más en destruirse y necesitan una temperatura mayor para incinerarse por completo. Una vez reducidos los huesos a fragmentos, se recogen y se guardan en una urna. Es esencial reconocer que la secuencia de incineración de las partes puede verse afectada por factores como el peso, la edad y la composición corporal, y puede variar de una persona a otra.
Restos tras la cremación
Tras la cremación del individuo, los restos se recuperan y se introducen en una bolsa. Esta bolsa puede guardarse en una urna, que puede estar hecha de distintos materiales, como madera, metal o cerámica. Algunas pueden personalizarse con grabados o diseños pintados y su tamaño dependerá de la cantidad de restos que se desee conservar. Las familias pueden optar por esparcir los restos, guardarlos en un lugar especial o incluso convertirlos en joyas u otros recuerdos.
Muchos se preguntan qué queda tras el proceso de conmemoración. Los restos suelen ser un polvo de color blanco grisáceo, compuesto por fragmentos de hueso y otros materiales incombustibles que hayan quedado tras la conmemoración. Estos fragmentos óseos se pulverizan hasta convertirse en el fino polvo que se conoce como cenizas humanas. Es importante recordar que los implantes o empastes metálicos que no se hayan retirado antes de la inhumación también estarán presentes en los restos, y pueden identificarse mediante una radiografía.
Normativa y restricciones
Para garantizar la solemnidad y seguridad del procedimiento de cremación, están en vigor varias normativas y limitaciones. La principal de ellas es la necesidad de que sólo se queme un cadáver en la pira cada vez. Esto garantiza que los restos se clasifiquen correctamente y no se mezclen con los de otro individuo. Además, está prohibido incinerar un cadáver en las 24 horas siguientes a su fallecimiento, ya que esto podría provocar una combustión incompleta y la posible liberación de emisiones peligrosas.Es ilegal cremar un cadáver sin autorización judicial. Estas normas y restricciones existen para garantizar que el proceso se realiza de forma respetuosa y segura, para aportar tranquilidad a las familias en un momento difícil.
Otra ordenanza fundamental es que cualquier mecanismo como marcapasos, tornillos y empastes debe retirarse antes de la incineración. Estos aparatos pueden explotar o liberar gases peligrosos. Además, el cadáver debe colocarse en un ataúd combustible antes de introducirlo en el crematorio. Esto garantiza que el cadáver esté adecuadamente contenido durante el proceso de cremación y que los restos no se infecten con ningún material no combustible.
Conclusión
En conclusión, el proceso de cremación es un procedimiento complejo y regulado que requiere una cuidadosa atención a los detalles. Desde la retirada de determinados dispositivos antes de la cremación hasta el uso de combustibles específicos, cada paso está diseñado para garantizar que el proceso sea seguro, eficaz y respetuoso con el difunto. Es importante comprender el proceso y la normativa en torno a la cremación, tanto para quienes planifican sus propios preparativos para el final de la vida como para quienes pueden verse implicados en el proceso de organizar la cremación de un ser querido. En última instancia, el objetivo de la cremación es proporcionar una forma digna y significativa de despedirnos de quienes hemos perdido, y honrar su memoria de una forma que sea a la vez personal y significativa.